martes, 14 de abril de 2020

Simples detalles


     


     Cuando se cumple un mes y un día de confinamiento como si fuera una condena dictada, el día amaneció encapotado pero no por ello diferente a otros tantos que más tarde o más temprano descubrimos por nuestras ventanas.
      Lo habitual, se hace norma y hoy nada hacía presentir que fuera diferente. Me levanto tan tarde como mis ganas me empujan de ese sofá en el que dos habitantes hacemos noche desde hace ya algunas semanas.
      No me echaron por castigo conyugal a dormir en él. Fue un acto de seguridad mutua ante ciertos síntomas que no llegaron a cuajar o si lo hicieron, superamos con más gloria que pena.
      Digo que dormimos dos porque dos somos mi persona y mi perro que no me abandona ni para soñar. Para estar cómodos, yo me hago un ocho mientras él forma un cero a mis pies.
      El sofá para mi gusto muy particular, me resulta incluso anatómicamente cómodo, aunque también debo reconocer que en alguna ocasión, más por culpa mía y de alguna mala postura, amanecí pensando que era anatómico forense.
      Higiene y desayuno habitual para  salir por la puerta uno con la intención de estirar  piernas y el otro para estirar las patas.
      El recorrido es muy corto. Todo lo que pueden dar un par de calles para entrar por una y regresar por la otra.
      El paisaje, nada atrayente. Aceras anchas con sus coches en batería y dando un toque de salvaje naturaleza, una fila de árboles que al menos dan sombra y objetivo de cobijo de aves e inodoro de perros como el mío.
      Sí; mi perro es de esos que levantan la pata trasera para regar troncos. Y no lo hace en uno, no. Debe marcar su territorio en grandes extensiones de árboles.
      Así que debo ir con guantes enfundados, mascarilla al uso y como accesorio, una botella de plástico conteniendo una disolución jabonosa para limpiar las marcas que el can va dejando a su paso.
      Son normas de higiene naturales no ya en estos tiempos de virus, sino siempre. Pero hoy, un simple detalle captó mi atención sin esperarlo.
      En uno de esos árboles cualquiera y después de limpiar con esa disolución el dibujo que mi perro había hecho, al marcharnos, escuché a mis espaldas: “G R A C I A S”
      Volvimos ambos la mirada y no encontramos a nadie. La palabra se repitió y fue entonces cuando vimos tras las rejas de una ventana a una ancianita de mirada dulce.
       “¿Gracias, por qué?” Pregunté yo.
       “ Porque eso que acaba de hacer usted no lo suele hacer casi nadie” contestó ella.
      Reflexioné entonces que mucho menos común es que una buena señora agradezca un gesto cívico en un mundo por desgracia tan incívico. 
       Le devolví las gracias a esta entrañable ancianita y deseándole se cuidara y tuviera un buen día, mi perro no lo sé, pero yo regresé a casa con la dulce sensación de pensar que en simples detalles, la vida aunque sea en estos momentos duros, también puede ser hermosa.



10 comentarios:

  1. Y lo es si tratamos de que lo sea. No tengo perro, mi hija es alérgica, pero como tengo otra mayor ya casada hace tiempo y sin hijos, me conformo con ver a su beagle en la pantalla del móvil, le llamo, pero Kaiser como no huele, se dspista y me busca. Me río, porque me oye y sabe que soy yo y el pobre da vueltas por toda la habitación. Mi hija tiene la suerte de tenerle, tiene un hermoso jardín y compañía constante mientras hace tele trabajo corrigiendo 200 exámenes de inglés, es filóloga.
    5 semanas sin salir pesan mucho y sigo sin ver la salida. Maldito virus y bendito sea el mal gobierno que tenemos. Creo que a ti puedo decírtelo.
    Buenas y tristes tardes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No se ve aún la salida, no. El caso es que cuando podamos salir con cierta normalidad, nos demos cuenta de esas pequeñas cosas a las que no solemos prestar atención. Lo de este gobierno es de traca. Espero que la sociedad en general también sepamos "agradecerles" sus servicios.

      Un fuerte abrazo y mucho ánimo

      Eliminar
  2. Ese mismo recorrido es el que hago yo también con mi perro cada mañana, y como ves siempre se puede sacar algo bonito, aún en estos tiempos de tristezas.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esperemos Rita que antes de lo que pensamos podamos pasear con nuestros amigos de cuatro patas como siempre lo hemos hecho.

      Un abrazo

      Eliminar
  3. Los que no tenemos perro nos conformamos con recorrer los dieciséis pasos que mide nuestra vivienda durante 30 o 40 minutos, bueno también salimos a tirar la basura, que son otros 150 pasos.
    Es comprensible que esa buena señora te diera las gracias, no es lo mas normal limpiar con detergente el pis de los perros, es mas en muchos casos ni siquiera las cacas.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ahora Matías sí que deberíamos verlo con frecuencia porque son recomendaciones de sanidad. Pero es algo que incluso antes de esta pandemia ya era una norma habitual. De hecho, nuestro ayuntamiento ya nos dio hace meses una botellitas de plástico para rellenar en principio con una mezcla de agua y vinagre. Más ahora que sin limpieza corremos tantos riesgos. Esperemos que pronto puedas dar muchísimos más pasos diariamente.

      Un abrazo

      Eliminar
  4. Siempre he dicho que las cosas bien hechas bien parecen. Besitos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo difícil en estos tiempos es saber realmente qué es lo que está bien hecho. Quizás la experiencia y la serenidad de los mayores les haga ver con más claridad lo que es correcto y lo que no.

      Besotes

      Eliminar
  5. Querido Luismi.
    No se porque te extrañas de esas Gracias !!!
    Esa señora estará arta de malos olores y de gentes incívicas que pululan por este mundo. Qué nos gustan los animales es un hecho , como también lo es que son pocos los que se agachan a recoger excrementos caninos y menos los que llevan agua para eliminar olores.
    Cosas tan basicas , unas como otras.
    Abora despues de 20 años de vivir donde vivo comenzamos a saludarnos algunos vecinos de calle que nos cruzabamos y ni nos mirábamos. Terrible que tenga que sorprendernos el saludar a un vecino o que nos den las gracias por ser civico.
    Un abrazo virtual

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes razón, es terrible; pero creo que terriblemente esperanzador aunque haya sido necesario llegar a una situación tan extrema como la que vivimos. El mundo se olvidó de si mismo y ni la ética, ni los valores ni la educación tenían ya protagonismo. ¿Volverán a resurgir en un tiempo? Así lo espero.

      Otro abrazo virtual a la espera de uno muy gordo y real.

      Eliminar