sábado, 11 de abril de 2020

Sara

   


      Como todos los días, de blanco vestía y en una silla de despacho se sentaba. La puerta entreabierta esperando siempre asomara alguien por ella que necesitara de su ayuda.
     Los minutos transcurrían en silencio y una quietud extraña se respiraba en el ambiente, de tal manera, que pensó: “Qué extraño”.
     De su boca, salió una palabra usual en su vocabulario profesional:
     “Siguiente”, dijo ella. Sólo el silencio recibió como respuesta.
     Confundida y extrañada, se levantó para asomar su cabeza a esa estancia que con letrero de Sala de Espera, era compañera fiel.
     La sala, estaba llena. ¿Llena? Sí, pero en completo silencio.
    De repente, alguien se levantó; primero una mano y después la otra, enfrentando ambas e iniciando un tímido aplauso. A ese aplauso, siguieron dos, quince, cien o mil que parecieran millones.
     No daba crédito a lo que veía y escuchaba y en su rostro aparecieron señales de asombro, perplejidad, incredulidad y un atisbo de total incomprensión.
     De entre las manos y los ojos que le aplaudían apareció una señora de mirada serena, belleza sin igual y media sonrisa complaciente.
     Acercándose a ella cogió su mano y con una voz dulce le susurró al oído:
     “No temas y acompáñame”
     Asió su mano y recorrieron un largo pasillo que acababa en una gran puerta de tenues tonos. La abrieron y saliendo a su exterior, ante ellas, un inmenso océano de lo que se asemejaba a una vasta extensión de espesa bruma en los pies.
     Nunca jamás había visto nada que se le pudiera asemejar. No podía ver sus pies y sus rodillas apenas destacaban de esa especie de niebla acogedora.
     “Agáchate un poco y aparta con tus manos todo lo que necesites para ver”, le dijo esa señora recién conocida.
     Dócil y complaciente, así lo hizo. De inmediato, un vértigo recorrió su cuerpo; una sensación de inmensidad se apoderó de ella y tuvo que asirse a los brazos de su nueva amiga, para no caer en el desmayo.
     Sus ojos se abrieron de par en par; su corazón se aceleró queriendo salir del pecho y su respiración se contuvo en un suspiro de asombro.
     Lo que veían sus ojos era la inmensidad de un cielo lleno de blancas nubes y en ese instante se percató que ella misma se sostenía en pie en una de ellas.
     Miró hacia abajo, muy, muy abajo y creyó ver pueblos, campos y ciudades a muchos kilómetros de allí. Pero no fue lo que vio sino lo que escuchó lo que más llamó su atención.
     Un aplauso lejano pero extrañamente familiar, llegó a sus oídos e instintivamente, miró su reloj.        Marcaba las ocho de la tarde y quiso comprender aunque su mente se encontraba dispersa después de tantas emociones.
     “Te aplauden a ti Sara” le dijo esa señora
     “¿A mí?”
     “ Sí, a ti y a muchas personas como tú que con vuestro esfuerzo dais consuelo, ayuda e incluso la vida por los demás”.
     “Pero, pero…” Las palabras querían salir de su boca pero se amontonaban de tal manera que no consiguieron pronunciar nada legible.
     De repente, comenzó a concatenar pensamientos, razones y recuerdos para extrañamente llegar a una conclusión, que aún siendo terrible, no le provocó pavor sino paz.
     Mirando fijamente a los ojos de su nueva amiga, le preguntó:
     ¿Cómo te llamas?
     “María, le respondió; aunque también puedes llamarme Carmen, Macarena, Manjavacas… como a ti te plazca”.
     Los ojos de Sara se abrieron y unas lágrimas de esperanza rodaron por sus mejillas para caer en el abismo existente entre el cielo y la tierra que había dejado. Balbuceando, llegó a preguntar:
     “¿Entonces tú eres…?”
     “Sí” le respondió ELLA
      Y una sonrisa infinita iluminó el rostro de Sara.



*Dedicado especialmente a Sara Bravo López de 28 años de edad, médico de familia en Mota del Cuervo (Cuenca) fallecida por coronavirus el 29 de marzo y a todos los profesionales de cualquier rama que dan su vida por servir a los demás e intentar hacer de éste un mundo más seguro y mejor.

A todos ellos, de corazón, mi aplauso y reconocimiento sin hora fija.

G R A C I A S


                  



El coleccionista de estrellas 11/04/20

11 comentarios:

  1. Me has dejado casi sin palabras. He terminado emocionándome con la historia.¿Y sabes por qué? porque es una historia que la pienso montones de veces cada día, siempre que oigo la cifra de muertos que no han tenido tiempo de despedirse de sus seres queridos y han muerto solos, pero seguro que recibidos al otro lado por una mano amiga y entrañable.
    ¡Es un mensaje tan esperanzador y tan bonito!
    Le pone un punto final de paz y armonía a tantas historia triste como se da hoy desgraciadamente.
    Un abrazo

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  2. Gracias Rita por tus palabras. Justamente, quería mostrar en la medida de mis posibilidades ese punto de esperanza dentro de tanta tristeza muchas veces sin poder ni tan siquiera acompañar con el consuelo sobre todo de la familia a estas personas que se han dejado la vida tan tristemente.

    Un abrazo

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  3. Gracias en nombre de todos, Luismi, es un homenaje precioso. Qué duro está siendo. Tengo una sobrina de 29 años farmacéutica trabajando en el hospital de Burgos sin el equipamiento adecuado, ni siquiera les han hecho el test y están en contacto continuo con pacientes que van a por la medicación. Ya hay alguna baja entre sus compañer@s y ella además es factor de riesgo, padece miastenia desde los 11 años. Una enfermedad autoinmune neurológica.
    Un aplauso desde tu mundo de estrellas para todos ellos.
    Y otro para ti.

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  4. Que a estas alturas tenga que estar tu sobrina y tantos profesionales como ella con esa desprotección, clama al cielo que tanto me gusta mirar.

    Quiera Dios que no le pase nada y pueda seguir cumpliendo con esa impagable labor que está realizando.

    Muchas gracias querida amiga

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  5. Sobre todo los sanitarios son los que en verdad han estado a la altura en estos momentos tan difíciles.
    Una hermosa dedicatoria.
    Un abrazo.

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  6. Desde luego, Matías, son los que están en primera línea y los que más arriesgan su vida. Esperemos que cuando todo esto pase sean reconocidos como merecen.

    Un abrazo

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  7. Y es cierto que desde el cielo nos miran y nos cuidan héroes de bata blanca, así como muchos de sus pacientes. Este escrito lleva mucho consuelo. Gracias por ser defensor incansable de la esperanza.

    Un abrazo que traspasa fronteras <3

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    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    2. Son héroes y aún más porque escuchándoles en las declaraciones que hacen, su humildad a la hora de reconocer que no lo son, les hace aún más grandes. El Nobel, los Óscar, Goyas o cualquier premio de esos tan mediáticos deberían tener ya para el próximo año unos únicos nominados.

      Besos transfronterizos

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  8. Querido luismi.
    Ya sabia yo que no podia ser que una mente como la tuya dejara desperdiciar esa mirada que solo tu sabes crear.
    Buscar en las tristes noticias el lado mas espiritual solo lo podria hacer alguien muy amigo de Ella.
    Y nadie mejor que tu para ver el dolor y la esperanza en esta situacion que nos aplasta.
    Me alegro mucho. Espero que colecciones muchas estrellas mas

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  9. Querida amiga:

    Nos volvemos a encontrar por otros barrios quizás con menos aires viciados que los de un viejo café.
    Necesitaba seguir pensando y escribir o si quieres escribir para seguir pensando.
    Debía encontrar en esta triste noticia una esperanza que como creyente debo y quiero tener. No concibo que una vida de entrega a los demás simplemente acabe aquí y ahora. Así que prefiero verla como una estrella o un Ángel más de los que creo que desde otro punto de vista nos siguen iluminando.

    Bienvenida a mi pequeño universo.

    Besos

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