miércoles, 3 de junio de 2020

Insolidarios


Mes de junio, sol en las calles y un sentimiento contradictorio. Debiera estar contento, debiera estar feliz, pero mi sonrisa no aparece y quizás tarde mucho en dibujarse en plenitud.
Salgo a la calle a pasear los lugares de siempre y me doy cuenta que ya no son los mismos para estos ojos que siendo míos, no miran igual.
Las calles, no cambiaron; los comercios siguen siendo los mismos aunque sus accesos sean controlados por cintas, personas o letreros de seguridad.
¿Y las personas?
Las personas son muchas; a pie y a caballo de bares donde las cervezas se cuentan por cientos en abarrotadas mesas de gentes alegres. Sí, alegres, porque alegre es quien ríe, alegre es quien bebe a medio metro del colega, del familiar, de un ligue o vete tú a saber de quién.
Y entonces mi mente recuerda y mi corazón se encoge. No doy crédito al presente siendo tan cercano un pasado tan terrible.
¿Dónde quedó el horror? ¿Dónde los miles de muertos en soledad? ¿Dónde los silencios del miedo a lo desconocido que no podemos ver ni tocar?
Da lo mismo el número que acompañe a la fase cuando de desfases y desfasados absolutos hablamos.
No merecemos muchos los esfuerzos realizados, las penurias vividas, las ausencias obligadas y el miedo a la muerte colgada en la comisura de los labios para que ahora, hoy, otras gentes enfundadas en inconsciencia, insolidaridad, botellones, botellines y risas, nos hagan o nos quieran hacer creer que todo esto fue un mal sueño.
La juventud no es excusa como tampoco lo es el adulto que protege su barbilla olvidando nariz y boca para comentar las mejores jugadas a quien le quiera escuchar.
De los sueños, se despierta; de la muerte, en este mundo, ya no. Y son miles de familias rotas, son miles de personas que con muchos o pocos años a sus espaldas, ahora son sólo un recuerdo por el que muchos de estos inconscientes brindan al sol que más les calienta.
Como objetivo principal, las vacaciones; dónde seguir la fiesta; qué arena, agua y sombrilla nos cobijará cuando el calor apriete.
De nada habrán servido las lágrimas vertidas, ni los miedos que acecharon. El muerto al hoyo y muchos vivos donde la chulería les lleve, porque para chulos, ellos.
¿Y los demás? Los recuperados con secuelas, los que quizás enfermaron y nunca lo supieron y en general aquellos que agradecemos primeramente seguir vivos, pues quizás ocupemos el tiempo libre en nuestra terraza a varios metros del suelo, en terreno seguro al cobijo del hogar y de una cerveza que también sin duda abriré brindando al cielo por mí, por todos mis compañeros y por quienes en el silencio de la ausencia también estarán presentes.
No hace mucho una amiga me preguntaba si pensaba que algo sería como antes. En principio, le dije que no. Pero meditando, me doy cuenta que desgraciadamente, al menos la inconsciencia de bastantes que viven de espaldas a la realidad, sí.
Y eso, lo pagamos todos en una factura demasiado cara para el bien común.




7 comentarios:

  1. Querido Luismi.
    Que decirte?.... toda la razón,una lamentable verdad.
    Hoy dicen que el lunes se podra ir al cole para los niños de primaria. Pero , quien nos gobierna? Estamos locos?
    Creo que sin darnos cuenta el dichoso virus tiene otros sintomas que nadie quiere notar, porque esta locura no es normal.
    Yo, lamentablemente, no creo que nada vuelva a ser ,este virus nos robo la humanidad y se quedara entre nosotros, endémico , vigilante y dispuesto a seguir transmitiendo esta lamentable locura.
    Un abrazo de los de antes.

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    1. Querida amiga:

      No sé si a ti al principio de esta pandemia te pasaba que pensabas que esto era un toque para que los humanos por fin fuéramos más humanos. Recuerdo durante los primeros veinte o treinta días, que yo notaba en el ambiente algo en cierto modo bueno. Esa solidaridad con los sanitarios, con la gente que no tenía más remedio que trabajar bajo el miedo (en supermercados, transportistas, policías...).
      Se formó como un vínculo con todos ellos. Incluso con los vecinos, gente del barrio, parecía que...
      Pero no. El tiempo ha pasado. Treinta o cuarenta mil muertos después, vuelve el ser irracional que piensa que como a él no le ha tocado..., pues a vivir aunque haya tanta gente sufriendo hasta límites insospechados.
      De nosotros depende a nivel particular no ya el regresar a lo anterior sino de aprender de los errores y aplicarlo en nuestro entorno más cercano a la nueva situación creada.

      Nos debemos una buena charla y un abrazo como los de antes cuando la situación realmente lo permita.

      Besos

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  2. Bien por tu entrada, que a punto he estado de copiartela y casi mejor que te hayas adelantado porque hubiera perdido los papeles.
    Dices las cosas con mejor talante y suavidad que yo. No olvides que de insensatos y cabezas huecas está la sociedad llena.
    Esta vez hemos visto la muerte cerca, la hemos sufrido en familiares y amigos, 440 féretros en una morgue provisional puestos en fila y numerados no ha sido suficiente, parece ser. Yo tampoco entiendo un país que solo se preocupa por la dichosa memoria histórica, la actual ya no la recuerdan o prefieren pasar la goma. Pues la guerra no ha terminado, habrá recidivas y sufriremos secuelas.
    No, Luismi, la calle ya no es la misma, créeme que voy con miedo, ahogada en una mascarilla que durante años he usado en quirófano y que entonces no me molestaba y lucía orgullosa por los pasillos. Ahora me produce disnea y escondo los ojos llorosos bajo unas empañadas gafas.
    Me hace gracia eso de la "nueva normalidad", ojalá no nos lleven por donde muchos tenemos.
    Un abrazo.


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    1. Mi querida amiga:

      Quizás precisamente por no ver las imágenes realmente duras de todo esto, habrá personas que no se hayan concienciado de la gravedad de lo que aún seguimos viviendo. Recuerdo que para concienciarnos sobre los accidentes de tráfico o el consumo de tabaco, se han usado vídeos e imágenes que asustando concienciaran.
      Ahora, no. Un voto, es un voto. Y el político prefiere el falso aplauso a la crítica constructiva.
      Soy de la opinión que el virus lo estamos sufriendo siendo gobernados por los peores políticos no sólo del propio Gobierno (que debieran ser los máximos responsables por su nefasta gestión), sino también de la oposición que tampoco sabe encauzar algo que vaya más allá de una futura captación de votos.
      Puede que tengamos lo que nos merecemos, pero me gustaría pensar que también muchos nos merecemos algo mejor que lo que tenemos.
      La calle ya no es la misma, no. Hagamos entonces que aunque sólo sean cinco metros, cambiemos el tono general entre tanta insensatez.

      Ahora son las mascarillas las que nos hacen la vida un poco insufrible pero te voy a decir que me dan más miedo y me molestan más las máscaras que muchas personas usan para en estos momentos tan especiales aparentar lo que no son o ser lo que no pueden ni aparentar.

      Espero que algún día desaparezcan tanto las mascarillas como las máscaras. Entonces puede que dejemos de pensar en otros siglos con sus guerras y miraremos juntos al futuro.

      Un fuerte abrazo

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  3. Querido Luismi:

    Dejaría un comentario en cada post, llego tarde a tantas cosas... siempre.

    Este post lo comparto totalmente. Me encanta Mafalda, y al principio de la pandemia pensé: "Mafalda estaría orgullosa de este mundo que está encerrado por el bien de todos". Pobre Mafalda, ahora volvería a su viñeta en la que aparece con su amada bola del mundo diciendo: "Paren el mundo que me bajo". Y sí, Luismi, tengo ganas de bajarme del mundo, muchos días tengo esas malditas ganas.

    Un mundo egoísta, que le importa el otro muy poco, quizá porque ellos no se han sabido querer jamás. Lo que veo es reflejo de lo que llevan dentro: locura. No me entra en la cabeza otra respuesta, porque al igual que no entendí las prisas por el papel higiénico, no entiendo esta locura y falta de entendimiento.

    No importan los muertos, el pánico que hemos pasado, el miedo que seguimos teniendo, las faltas de trabajo, la miseria que está pasando la gente, el perder la vida si no tienes un ojo aquí y otro en el de al lado, el luchar contra un enemigo que no vemos pero está ahí, ¡qué está ahí!

    No quiero ser pesimista, pero no sirvió de nada. Quizá necesitemos otro golpe -quizá más duro- para que espabilemos, pero tristemente creo que haremos lo mismo.

    Gracias por haber puesto en estas letras lo que muchos pensamos y penamos.

    Gracias por regresar.

    Un abrazo de esos que no nos podemos dar porque somos responsables, porque nos importa el otro, porque nos amamos a nosotros mismos primero.

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    1. Tienes toda la razón Patricia. Y mientras leo tu comentario, más aún porque acabo de venir de la calle y he visto terrazas de bares atestadas de gente. Y la inconsciencia de la gente, me asusta; pero aún más casi la permisividad de la autoridad porque no creo que estén más ciegos que yo.

      Un fuerte abrazo

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