domingo, 10 de noviembre de 2024

Al abrigo de una madre




¡Cuántas miradas al cielo rogarían parar el tiempo y que el segundero no quisiera llegar al minuto ni sus minutos a la hora! Pero el tiempo, como la vida, sigue su camino inexorablemente sin mirar atrás. 

No paramos a pensar, no hubo lugar al razonamiento; simplemente, el corazón corrió más aprisa que los pasos aunque por mucho que apretaron la marcha, se detuvieron al instante, cuando la fatalidad elevó un muro infranqueable de destrucción y cruda realidad que les gritó: “Llegásteis tarde”

Sus lágrimas llamarían mil veces a una puerta que cerró de golpe toda esperanza de que la voz de siempre les hablara al otro lado.

Sólo hubo tiempo a dibujar un corazón y escribir con tinta manchada de barro:

 “Adiós mamá, no pudimos llegar a tiempo” P E R D Ó N

 Debiéramos vivir en la esperanza de saber que una madre querida aunque no responda tras esa puerta, desde un lugar lejano pero infinitamente hermoso, seguramente al leer ese pensamiento de amor, culpa y perdón, diría:

“No hay nada que perdonar; abrigaos que está lloviendo mucho”

OS QUIERO


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