En una sociedad sin apenas
cartas escritas, con Reyes que si están se admiten y si no están tampoco se
echarían de menos y con una magia navideña que hace ya tiempo se perdió entre
luces y grandes almacenes del consumismo más atroz que viviera la raza humana,
llegamos al colofón de unas fiestas con el habitual baño en chocolate del
sempiterno roscón que de seguir así te lo endosarán junto con un décimo de
lotería en pleno mes de julio en cualquier lugar con olor a sal, montaña o pueblo
perdido de la mano de Dios.
De castañas para calentar
manos en gélidas noches de invierno, de abuelillos paseantes de nietos entre
puestos de mercadillo con soniquetes de cascabeles o de copas y dulces velando
sueños a la espera de ser degustados por esos increíbles, sorprendentes y nunca
vistos repartidores de juguetes e ilusiones, apenas se habla por no pecar de
nostalgia entre tanta sociedad en progreso.
¿Progreso?
Progreso sería mantener o intentar
mejorar valores que forjaron una casta de hombres, mujeres y niños que entre
flores, fandanguillos y alegrías, saludaban al mundo con el esfuerzo de su
trabajo y una palabra educada entre tanto trabajo por hacer.
Hoy, no es así; el respeto
se mide a razón de lo que pesas dentro de unos cánones estipulados por gentes
cuyo principal valor o mejores principios, precisamente, es el de no tenerlos.
¡Ay pena, penita, pena! me
da esta sociedad actual; dame pan, dime tonto y que no falten pelotas que
centrar, cervezas que engullir, ni toros que lidiar, que lo demás por muy
irreverente, de mal gusto, chabacano o incluso corrupto, se admitirá como
animal de compañía.
Y hoy, redactando esa carta
a los Reyes Magos, no sé si la escribo a unos Reyes mimetizados entre tanta
multitud de aberrantes comparsas de lo incomprensible o podrá llegar a los
verdaderos y genuinos que leerán mis letras con la atención, el respeto, quizás
cariño y comprensión de un adulto que nunca quiso dejar de ser niño.
Haré mis peticiones por si
alguna de ellas tienen a bien sus majestades, hacerlas realidad:
-
Pido salud; más para los que
me rodean, que para mí mismo, aunque tampoco estaría mal que me tocara al menos
el reintegro.
- Pido que se acaben las
malditas guerras; las famosas y las que no cuentan tanto porque no venden
titulares.
-
Pido justicia para los
buenos y para los malos, porque muchas veces pagan justos por pecadores.
- Pido cultura; pero cultura
de la buena, de esa que no necesita redes sociales para llegar al pensamiento
humano y hacer vibrar por dentro a las personas.
- Pido respeto y educación
porque si se pierden, el mundo se engullirá y se desaparecerá por el retrete
tirando él mismo de la cadena.
-
Pido trabajo y viviendas
dignas para quien trabaje y sea digno de poder tenerlas.
-
Pido que se acabe la
hipocresía, el fanatismo, la corrupción y todo aquello que vaya en contra de la
propia idiosincrasia del ser humano.
-
Y por último, pediría quizás
lo más difícil y que nunca he conseguido tener:
Un EXIN Castillos
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